Desde hace algún tiempo, quienes detentan el poder en Venezuela están intentando imponer cuatro matrices de opinión que carecen de fundamento, pero que están cobrando fuerza en algunos círculos, siguiendo aquella frase atribuida al jefe de campaña de Adolfo Hitler, Joseph Göbbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.
La falta de base de estas matrices obliga no solo a refutarlas con datos que permitan evidenciar las contradicciones entre el discurso y la práctica. Pero también, y más importante, exige fijar varas de medición que permitan evaluar la verdadera voluntad política del gobierno para hacer realidad los cambios que, hasta ahora, siguen siendo simples apariencias. A continuación, pondremos el acento en las varas para medir la realidad de estos supuestos avances.
Venezuela se arregló
Bodegones con precios inalcanzables para la mayoría de la población, autopistas iluminadas en la única ciudad que no es constantemente golpeada por apagones por ser la capital, no son señales de progreso, sino de incremento de privilegios para una nueva élite. En una entrega anterior, veíamos cómo los supuestos indicadores de mejora de la economía (extracción petrolera, crecimiento económico e inflación) muestran cifras que solo relejan que la caída libre parece haber disminuido, pero ello no supone recuperación.

Fuente: Anova Policy Research, basado en la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI)
Un reciente estudio de la consultora en temas económicos Anova sobre la distribución del ingreso evidencia que Venezuela enfrenta la mayor brecha de inequidad de su historia. Es por ello por lo que la vara de medición de un país que se ha arreglado debe fijarse en el cierre de esta brecha, no en arreglos cosméticos para el disfrute de unos pocos.
Venezuela coopera
El gobierno ha permitido la instalación de una presencia de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) y, más recientemente, una oficina de la Corte Penal Internacional (CPI). El establecimiento de estas entidades en Venezuela es mostrado como una señal de cooperación, al igual que el establecimiento del Consejo Nacional Tripartito, una instancia promovida desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para manejar las discusiones salariales.
Lo cierto es que, en el caso de la OACNUDH el gobierno no ha cumplido con las más de 60 recomendaciones formuladas por este órgano y amenazó con sacar a la OACNUDH del país cuando consideró que sus informes le estaban cargando la mano al señalar situaciones graves de violación de derechos humanos. Además, no se ha permitido el acceso de la Misión Internacional Independiente para Establecimiento de Hechos que investiga la situación de torturas, detenciones arbitrarias, ejecuciones y desapariciones desde 2014. En cuanto a la mesa instalada por la OIT, se excluyó a sindicatos independientes. La falta de cooperación con la CPI, más allá de permitir la instalación de una oficina, fue manifestada por el Mismo Fiscal Kahn al afirmar que no existe «ninguna información nueva que justifique» aplazar su investigación sobre los crímenes que dieron origen a este proceso.
Por otra parte, aunque ha aumentado el volumen de respuestas a las comunicaciones emitidas por Procedimientos Especiales del sistema de protección de derechos humanos de la ONU, la mayoría de estas respuestas se quedan en lo formal, sin propiciar la búsqueda de soluciones efectivas a los hechos denunciados. Finalmente, persiste una actitud hostil hacia las organizaciones defensoras de derechos humanos, manteniendo un patrón de represalias hacia los defensores que colaboran con el sistema de Naciones Unidas, como se puede observar en los informes que el Secretario General de la ONU emite cada año sobre este tema; el caso más reciente es el de la demanda interpuesta por el gobernador del estado Carabobo contra Marino Alvarado y el sacerdote Alfredo Infante s.j. por sus denuncias sobre ejecuciones extrajudiciales en ese estado. A todo lo anterior se suma la denuncia de la Convención Americana de Derechos Humanos y el abierto desacato de todas las recomendaciones y sentencias del sistema interamericano.
Una vara para medir la genuina cooperación con los organismos internacionales debe tener en cuenta: permitir el establecimiento de una oficina de país robusta e independiente de la OACNUDH, aceptar el acceso de la MII al territorio venezolano, una invitación abierta a los procedimientos especiales de la ONU, avanzar en la investigación y sanción de los altos mandos responsables por crímenes de lesa humanidad y el retorno al sistema interamericano de derechos humanos, así como el cumplimiento de recomendaciones y sentencias del ámbito interamericano y de la misma OACNUDH.
En una siguiente entrega nos referiremos a otras dos ficciones: las sanciones como culpables de la crisis humanitaria y la disposición a la apertura de un diálogo que permita el rescate de la democracia.